Resistir fumando: el activismo canábico como disidencia política

Fumar como forma de decir no

En un mundo donde incluso el placer es vigilado, fumar marihuana puede ser un acto profundamente subversivo. Para muchas personas, el consumo de cannabis no es solo una experiencia recreativa o medicinal: es una manera de habitar el cuerpo fuera del control, de desacatar normas impuestas, de resistir al sistema con cada calada.

Este artículo propone mirar el activismo canábico no como una simple lucha por derechos individuales, sino como una forma de disidencia política que se enraíza en lo cotidiano.

Disidencia desde el humo: romper con la normalidad

El sistema ha construido una narrativa hegemónica sobre lo que es aceptable: qué se puede sentir, cómo se debe vivir, qué cuerpos merecen placer y cuáles deben ser castigados. Fumar marihuana, en este contexto, es romper con esa narrativa. Es reapropiarse del tiempo, del deseo, del silencio, de la conexión con la naturaleza o con uno mismo.

Por eso, el uso político de la marihuana no se limita a las pancartas en las marchas. También está en los rituales solitarios, en las reuniones clandestinas, en los clubes autogestionados y en las redes de cuidado colectivo.

Cannabis resistencia: una lucha que respira

La cannabis resistencia se manifiesta en múltiples formas. No es uniforme, ni está centralizada. Es una red viva, diversa, plural. Incluye desde cultivadores urbanos que luchan contra la represión policial, hasta terapeutas que reivindican la planta como herramienta de sanación emocional.

También se expresa en el arte, en la música, en la literatura, en la espiritualidad y en la política. Allí donde alguien fuma para recuperar el control sobre su cuerpo, para sanar su historia, para desobedecer sin violencia, ahí está la resistencia.

Activismo canábico: más allá de la legalización

Reducir el activismo canábico a una demanda por legalización es quedarse en la superficie. El verdadero activismo implica pensar en qué condiciones queremos que la planta sea legalizada: ¿para beneficio de grandes corporaciones o como derecho de los pueblos? ¿Con fines meramente comerciales o como parte de un proceso de justicia social?

En España, muchas asociaciones y colectivos están trabajando para que la regulación de la cannabis se base en principios de equidad, respeto y reparación. La lucha no es por un mercado libre, sino por una libertad real.

Fumar no es rendirse: es tomar posición

Cuando un sistema reprime el uso de una planta que no daña, mientras permite y promueve sustancias mucho más nocivas, queda claro que la guerra contra la marihuana no es por salud pública, sino por control. En ese escenario, fumar puede ser un acto de resistencia. No por escapar, sino por permanecer. No por olvidar, sino por recordar que hay otras formas de estar en el mundo.

Fumar es también una forma de escribir historia. Una historia disidente, vegetal, subterránea y persistente.

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